El guardia civil que descuartizó a su mujer regresa a Playa del Inglés para explicar cómo se deshizo de ella

Miguel Gallego mantiene que María Dolores Illan falleció por un golpe al caer al suelo y afirma que esparció sus restos para cumplir su deseo de reencarnarse

Reconstrucción del crimen de una mujer descuartizada por su marido en el sur de Gran Canaria

Reconstrucción del crimen de una mujer descuartizada por su marido en el sur de Gran Canaria / José Carlos Guerra

Benyara Machinea

Las Palmas de Gran Canaria

Miguel Gallego Pousada, el guardia civil jubilado que descuartizó a su mujer y repartió sus restos por el sur de Gran Canaria, ha regresado este jueves al apartamento de Playa del Inglés donde convivía con María Dolores Illan para explicar cómo sucedieron los hechos. El Juzgado de Violencia Sobre la Mujer número 1 de San Bartolomé de Tirajana ha ordenado una reconstrucción en la que el investigado ha mantenido su relato inicial: que durante una discusión con su pareja ella cayó, se golpeó en la cabeza y murió en el acto.

El autor confeso, que mantuvo el secreto durante cinco años, ha prestado su tercera declaración tras haber revelado los hechos a los agentes en dependencias policiales y durante la búsqueda de los restos óseos. Parecía el crimen perfecto, pero cuando se vio acorralado empezó a dar detalles de lo ocurrido. Según su versión, no supo cómo actuar tras la repentina muerte de su mujer y decidió descuartizarla en el cuarto de baño de su domicilio.

Durante el recorrido que realizaron por las estancias del apartamento, que duró cerca de 50 minutos, el investigado contó que utilizó un cuchillo, un martillo y una sierra para cortar el cuerpo de la fallecida en trozos de cinco centímetros. Le llevó dos jornadas completar el proceso, hervir algunas partes, congelar otras y dejar el resto a secar sobre unos plásticos con los que cubrió el suelo del salón.

La versión del guardia civil jubilado es que su mujer murió de forma accidental y no supo cómo actuar después

Ocurrió en marzo de 2020, apenas cuatro días después de que se decretara el estado de alarma por la pandemia del Covid-19. A continuación, conforme volvió a declarar ayer, metió los restos óseos en una mochila y los fue esparciendo principalmente por el sur de la Isla.

Miguel Gallego ha sostenido que lo que le impulsó a llevar a cabo estas acciones después de la muerte violenta de su pareja era cumplir el deseo de reencarnación que ella albergaba, motivado por unas creencias religiosas y espiritistas que seguía desde hacía varios años.

Búsqueda de los restos óseos

En los parterres cercanos al centro comercial Tropical, ubicado en la localidad en la que vivían desde hacía seis años, aparecieron algunos huesos, que pueden ser claves para confirmar o desmentir su versión cuando el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas emita su informe pericial. Las otras partes del cuerpo terminaron en contenedores de basura y no han podido ser recuperadas.

La línea de la defensa, que ejerce el letrado Juan Rafael Martín, trata de demostrar que el día del crimen María Dolores llegó alterada al apartamento y empezó a agredir a Miguel. En este sentido, el investigado ha asegurado que la mujer padecía trastornos mentales y en 2018 la denunció por un supuesto caso de malos tratos, aunque más adelante retiró la denuncia.

El investigado ha alegado que quería quitarse un peso de encima después de haberlo ocultado por tanto tiempo. Su coartada consistió en denunciar la marcha de su mujer un año después del crimen y aportar una nota de despedida en la que pedía que no la buscara porque no quería saber nada de él ni de su familia.

Solo se han podido encontrar algunos huesos, que están en manos de los forenses para su análisis

De momento han declarado como testigos las hijas del matrimonio, que manifestaron haber sufrido malos tratos por parte de su progenitor y palizas en su infancia. No presenciaron episodios similares hacia su madre, pero en los últimos años habían perdido el contacto con ella. También han prestado declaración personal del complejo, los inquilinos del piso, familiares de la fallecida y una amiga en común de ambos.

La pareja, originaria de Vilassar de Mar, se mudó seis años antes del suceso al sur de Gran Canaria. El investigado trabajó durante décadas como Guardia Civil en su municipio natal, donde aún residen sus hijas. Desde que saltó el caso en febrero, el Ministerio de Igualdad lo condenó como un asesinato machista y sumó a María Dolores Illán a las cifras del año 2020.

El caso está pendiente de que se practiquen otras diligencias complementarias, principalmente la toma de declaraciones a otros testigos del entorno de la pareja o nuevas pruebas periciales. De cara a su enjuiciamiento, este proceso tiene la dificultad de que los forenses no tienen el cadáver de la víctima para poder establecer con seguridad la causa de la muerte y, por tanto, si coincide con la versión del acusado de una "muerte accidental".

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